Pitia | El amor propio
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El amor propio

Me he preguntado muchas veces cuál es el sentimiento principal que prevalece sobre todos los demás para lograr cualquier objetivo personal o profesional. El sentimiento que hace florecer nuestras habilidades emocionales, nuestros talentos, nuestra motivación y, por tanto, nuestra fuerza interior. Y he llegado a la conclusión de que es el amor propio. O el propio amor.

La más antigua raíz de la palabra amor procede del indoeuropeo am-, que significa ‘madre’. El amor propio vendría a ser algo así como el amor que le ponemos a nuestros propósitos tan nutritivo, tan cálido, tan protector, tan grande, como el de una madre. El amor propio es por tanto un sentimiento con una connotación y una fuerza muy especiales: los de una madre.

A menudo se confunde el amor propio con la testarudez o el orgullo. Hay que distinguir muy bien las emociones porque cada una lleva a un resultado distinto. Se pueden confundir tal vez en un primer momento, pero rápidamente se diferencian por el estado de ánimo que provocan. La testarudez hace que tu entorno se pueda llegar a molestar contigo. Es una conducta muy intransigente y enfocada a llevar razón en contra de toda lógica o argumentación. Es un empeño bruto que tampoco provoca en quién lo padece ninguna alegría ni relax, más bien conduce al estrés y, en ocasiones, a la frustración.

El orgullo puede ser un sentimiento que te da una inmensa felicidad (estar orgulloso de tus hijos, de tu trabajo) o te puede destruir si viene acompañado de soberbia. Mal enfocado también genera muchas tensiones en el entorno y sentimientos de humillación y venganza. Se asocia a la sordera emocional, al enfrentamiento directo y a la falta de autoestima. Precisamente lo contrario que provoca el amor propio.

El orgullo mal enfocado hace que la persona se sienta superior a todas las demás, mientras que el amor propio hace que una persona se sienta plenamente realizada consigo misma sin necesitar palmeros ni ningún otro tipo de reconocimiento. Uno se llena de amor y alegría hacia sí mismo. El amor propio no es un sentimiento que se pueda volver agresivo contra uno mismo. Sin embargo, la testarudez y el orgullo pueden llegar a ser sentimientos muy infantiles y volvernos extremadamente vulnerables y conducirnos, en el peor de los casos, incluso al caos emocional.

¿Qué es entonces el amor propio?

El amor propio es el propio amor, el amor y el respeto hacia uno mismo. Es la capacidad de confiar en uno mismo frente a cualquier circunstancia.

El amor propio es un sentimiento que permite que destruyas todas tus barreras para lograr tus objetivos. Es un sentimiento esencial en el liderazgo personal. Uno no necesita ser líder de ninguna organización. Cuando hablo de liderazgo, siempre hablo de liderazgo con respecto a uno mismo en primera instancia. Es un sentimiento que refuerza las ganas de progresar y mejorar en vez de intentar cumplir la peor de nuestras exigencias.

En mi opinión, es el sentimiento constructivo más poderoso porque es el que más se conecta con nosotros desde la infancia. El amor propio siempre conduce a la felicidad, porque cuando emprendemos cualquier iniciativa o proyecto lo hacemos desde la ilusión, la concentración en la meta y las ganas de lograrlo. Eso es casi un estado alterado de conciencia donde todo tiene otra dimensión.

Es precioso de ver en los niños cuando comienzan a querer hacer cosas por sí mismos. A veces, erróneamente, les frustramos sus intentos por juzgar que necesitan ayudan o no van a ser capaces de hacerlo solos. Ellos no ven lo mismo que nosotros. Cuando nosotros tenemos una buena dosis de amor propio sabemos detectar cuándo un niño lo tiene.

Cuando vamos más allá, la autoestima que nos da tener un sentimiento tan auténtico y provechoso, nos permite emprender proyectos de mucha más envergadura y tomar riesgos con menor estrés. Es una característica esencial de los emprendedores más veteranos ya que permite aventurarse en “carreras de fondo” donde los obstáculos son infinitos, indeterminados, inesperados, impactantes e imprevisibles.

 

“En la vida, hay que saber lo que se quiere. Hay que tener una fuerza contínua todos los días en tu cabeza (..) una idea fija y pensar sólo en eso”.

Sofía Loren

 

Las personas con este sentimiento son personas muy duras, muy resistentes, muy analíticas y con unas tremendas ganas de vivir. Generalmente no lo han tenido fácil porque el amor propio se pone a prueba constantemente. Es un don, una cualidad que fortalece el coraje de emprender.

El amor propio permite que las personas gestionen el estrés de una manera mucho más eficiente, ya que se respetan a sí mismas mucho más: se torturan sólo lo necesario, poniendo límites al sufrimiento que provocan los sentimientos tóxicos. Precisamente su gran capacidad analítica les hace retomar argumentos más realistas que emocionales porque necesitan volver a ponerse en marcha para lograr sus objetivos. Una persona con mucho amor propio siempre necesita motivarse y traspasar los momentos de frustración, necesita más de sí mismo y necesita verse capaz de lograr cosas. La estrategia emocional está siempre dirigida a buscar soluciones, lo cual hace que el cerebro esté en contacto con crear rutas neuronales nuevas encaminadas a la novedad, a la creatividad, a la imaginación, a la fabricación de hormonas de placer.

Las personas con amor propio son excelentes motivadoras en sus equipos porque combaten el desánimo del grupo con su ejemplo. Pueden ser grandes líderes, tanto visibles como en la sombra. La perseverancia es otra de sus grandes cualidades. Esto se debe a que estas personas son más flexibles a la hora de volver a encauzar una situación, se entretienen mucho menos en intentar cambiar la realidad, los métodos para llegar a sus objetivos o incluso sus propios objetivos.

 

“La suavidad y la flexibilidad están relacionadas con la vida, mientras que la rigidez y la dureza están relacionada con la muerte”.

Walter Riso

 

El amor propio es el amor dirigido al aprendizaje y a la sabiduría. Si una persona lo siente, su propio amor, es muy fácil que dirija su amor hacia todo lo que le rodee, le provoque su curiosidad y ganas de aprender. Esta manera de relacionarse con el entorno es muy enriquecedora a nivel intelectual, espiritual, emocional y laboral. Siempre podrá innovar sus aportaciones con nuevos conocimientos y aumentar su nivel de utilidad social. Será un individuo que tenderá a la excelencia y difícilmente se enfrentará a un techo de cristal (Ver artículo: “Techo de cristal en mujeres y hombres”).

 

“El acto más valiente es pensar por ti mismo con fuerza”.

Coco Chanel

 

Reconozco en las personas con el amor propio bien asentado una gran paz y felicidad interiores, lo cual no significa que no tengan preocupaciones. Se les ve inmediatamente que lo tienen claro en su lenguaje no verbal y en el modo en el que confían en sus proyectos, porque hablan de ellos desde una felicidad muy profunda y respetuosa. Tener un proyecto de vida da precisamente eso, mucha vida interior, mucha energía, mucha programación y mucha acción.

A menudo se oye la expresión: “le han herido en su amor propio”. Yo no estoy de acuerdo. Se puede herir la autoestima, pero no el amor propio. Vuelvo a repetir que es muy importante saber distinguir cada sentimiento para poder entender lo que nos pasa y en caso de necesidad, poner el remedio adecuado. La autoestima sí se puede herir, sobre todo porque es una valoración personal subjetiva que puede estar equivocada (creerse con mucha autoestima). El amor propio es, como he dicho antes, una actitud que afecta a muchos talentos (aprendizaje, perseverancia, motivación, creatividad, liderazgo) y repercute en un aumento de la satisfacción personal y por tanto de la autoestima.

Cuando existen tantas actitudes que refuerzan una personalidad y un modus operandi estratégico, es harto complicado que todo este sistema se venga abajo y, en caso de que lo hiciera, la experiencia en remontar situaciones complicadas no permitiría que la persona se sintiera mal por mucho tiempo, ya que el mecanismo aprendido es siempre el de superación. Sin embargo, si la autoestima está basada en una creencia personal que no esté lo suficientemente estructurada, puede venirse abajo en cualquier momento y será difícil recuperarla, ya que habría que volver a construir todo un sistema de fortalezas.

 

“Los errores son las cuotas que se pagan por una vida plena”.

Sofía Loren

 

El amor propio es como tener una relación de pareja con uno mismo, donde el amor se despliega hacia ti en un sentido completo, creando un vínculo indestructible que no te va a permitir separarte nunca de ti mismo y donde no caben los sentimientos de fracaso o culpa. Tiene un efecto expansivo sobre los demás, nunca destructivo. No hay fisuras con uno mismo, es una relación de pareja estable que camina hacia el futuro, hacia la vida, no hacia la muerte, como el orgullo y la testarudez. Incluye una mirada más amplia hacia la evolución personal, hacia la transformación, hacia el horizonte, hacia el futuro. Es un continuo despertar a nuevas posibilidades, un despertar sanador, fecundo, estimulante y a la vez estimulador para la sociedad. El amor propio va contra el fracaso.

 

“El amor propio es la fuerza que te permite honrarte a ti mismo”.

Pitia

 

Hay personas que han sabido soportar las inclemencias emocionales de situaciones complicadas, tristes, frustrantes y que no se han permitido abandonar. Eso no quiere decir que no lo hayan pensado pero, a pesar de las tentaciones, han vuelto a confiar en su intuición, en su propio amor, en sus experiencias pasadas, para darse otra oportunidad. El amor propio es el único amor que dura para siempre y está exento de cargas inútiles. Está lleno de motivación, está al servicio de uno mismo y de la salud. Proporciona una “felicidad secreta” que no tiene que ver con lo mental, sino con una conexión espiritual. Es un metasentimiento que se debe potenciar en la infancia desde los primeros aprendizajes para que actúe en a edad adulta a nuestro favor.

 

“Las soluciones se encuentran mucho más allá de lo inmediato”.

Bert Hellinger

 

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