Pitia | El miedo es el camino hacia el lado oscuro. (Yoda) Y al estrés. (Pitia)
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El miedo es el camino hacia el lado oscuro. (Yoda) Y al estrés. (Pitia)

 

“El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento”.

Yoda

“Y el sufrimiento al estrés”.

Pitia Coaching Sistémico

Lo de controlar el estrés, como decimos en argot, es toda una “movida”. Es el negocio del momento. A pesar de todas las técnicas tan saludables con las que nos podemos ayudar para sobrellevarlo como el yoga, el mindfullness, las inducciones, el ejercicio, los hobbies, etc… siempre existe un punto que parece estar más allá de nuestra capacidad de control y nos hace inevitablemente caer en él.

Toda la (amplísima) oferta del mercado para reducirlo se basa en técnicas de control mental y físico, pero si no vamos al origen, seguiremos igual. ¿Cuál es la tecla que hay que tocar para mantenernos en un nivel de estrés que no nos destruya? A ese punto se llega con la comprensión de ciertas emociones primarias fundamentales.

No conozco a una sola persona que no esté estresada (lo manifieste abiertamente o no) y que no esté enfadada.

Cuando estamos en nuestra piel, cuando nos sentimos felices al 100% (aunque solo sea por unos instantes), no estamos estresados, estamos disfrutando. El estrés es una energía que llevamos incorporada porque se genera en primer lugar, biológicamente.  Y en segundo lugar, el estrés lo genera la emoción más común de todas, el enfado.

Todo el mundo se ha enfadado al menos, una vez en su vida.

No voy a ahondar en las razones y circunstancias por las cuales cada cual se enfada, porque sería infinito, ni tampoco el cómo el enfado viene desde que somos niños, ya que incluso heredamos la información del enfado de nuestros padres (esto lo abordaré en otro artículo).

El enfado sirve básicamente para poner un límite. El enfado nos advierte de que algo nos está doliendo profundamente, física y emocionalmente. Por eso detrás del enfado hay tristeza, vulnerabilidad y miedo a estar en peligro.

El problema real es enfadarse con cualquier cosa, porque ahí el descontrol es absoluto. Y es que el enfado es muy adictivo, es una droga. Es mucho más fácil enfadarse, que no enfadarse. ¿Porqué estamos tan propensos a ser víctimas de nuestros cabreos?

Como Rafael Sáiz Gamarra explica magistralmente en su libro El corazón de la inteligencia, que os recomiendo vivamente, tenemos unas “cositas” en el cerebro que son las amígdalas cerebrales. Actúan como radares las 24h al día para detectar situaciones de peligro y evitar que nos maten. Sus funciones son la vigilancia y la prevención, como el cerebro reptil. Su función biológica ha sido la misma durante los miles de años de nuestra evolución, garantiza nuestra supervivencia por una experiencia de repetición creando un hábito importante durante todo ese tiempo. El cerebro reptil es nuestra parte, por así decirlo, “más animal». Ahí está la causa biológica del estrés.

Las amígdalas también almacenan nuestra memoria sentimental-emocional. Y ahí entra en juego nuestra tristeza. Si en tu almacén guardas experiencias dolorosas que te provocan tristeza, resulta que tus amígdalas van a protegerte de lo que van a identificar otras situaciones parecidas.

Las amígdalas son como nuestro guardia de seguridad interno, nuestros guardaespaldas, nuestra guardia pretoriana. Te ponen en guardia y en modo “defensa”, luego en modo “estrés”.

Pero claro, no existe realmente un protocolo interno que les indique cuando activarse o no.  Saltan sin aviso. Si las amígdalas se activan de forma constante, nuestra tristeza se descontrola, nuestro miedo a volver a pasar dolor se descontrola, nuestro reptil salta, nuestro cabreo se descontrola. Y nuestro estrés, también se descontrola.

Tenemos a nuestra furia interna buscando un modo de sacar la energía.

Esa energía la aplicamos a situaciones diarias: nuestra gestión del tiempo, el resto de nuestra gestión emocional, personal, afectiva, laboral, social….

Cada persona tiene su particular manera de expresar su enfado. A algunas se les ve claramente y a otras no se les nota nada. Ojo, todo el mundo está enfadado en mayor o menor medida, es imposible no estarlo, otra cosa es que se le note, que lo manifieste, que sea consciente de ello.

Para manejar el estrés, yo empiezo siempre con mis clientes a investigar las líneas de dolor que son el verdadero origen de la cuestión. Manejar mi propio enfado me permite manejar el enfado de los demás. Una persona cabreada reconoce inmediatamente quién está cabreado, por mucho que lo disimule, porque uno reconoce a los de su especie.

 

“Impresionante… ¡Muy impresionante! Controlas tu miedo, Obi-Wan te ha instruido bien…”. 

Darth Vader a Luke Skywalker, durante el duelo de sables de luz. STAR WARS, episodio V, El Imperio Contrataca

 

Es absolutamente fundamental empezar por las cuestiones que nos causan pena, dolor, tristeza  y por tanto miedo, enfado y frustración, para poco a poco desactivar nuestros mecanismos de alarma corporales (amígdalas) y que no se activen de forma descontrolada.

Ninguna emoción es ni buena, ni mala, lo digo siempre. Si están todas, es que todas cumplen su función. El tema es aprender a sentirlas de manera que no nos hagan daño y ORDENARLAS. (Ver artículo: “¿Por dónde empezar a ordenar nuestras emociones?”).

Las emociones de dolor y enfado nos ayudan muchísimo a poner límites para nuestra supervivencia. El problema empieza cuando esas emociones de alerta no las escuchamos y vamos en “piloto automático”.

Nos vamos estresando poco a poco por el enfado de base que todos llevamos dentro y el que se va añadiendo por las contrariedades que surgen día a día, ya que nuestras amígdalas se excitan cada vez con más facilidad y entonces resuelta que nos sale un cáncer (Ver artículo: “Emociones disfuncionales y su repercusión en el cuerpo”), nos da un ictus, tenemos un accidente o cualquier otra cosa.

La pena es adictiva, el enfado es adictivo, el cortisol es adictivo, el estrés es adictivo. Somos todos unos perfectos drogatas del cortisol que fabrica el estrés. Lo que ocurre es que como está socialmente reconocido y normalizado, no nos parece que se deba clasificar como una enfermedad de alta mortandad. Se clasifican, eso sí, todas las enfermedades que derivan de él.

La “Guerra de las Galaxias” es el máximo exponente del mecanismo que acabo de describir en mi artículo. Anakin es un precioso crío sin padre, que adora a su madre, al que unos Jedi´s adiestran “porque es el próximo maestro”. Le separan de su madre sin contemplaciones (separar a un niño de su madre es un crimen, porque su deterioro emocional va a ser el precio a pagar por la separación). El nene crece con el dolor de no estar con ella. Aviso a navegantes: no hay mayor enfado para una cría y mayor vulnerabilidad que la separen de su madre. Se llama “movimiento interrumpido”

Anakin crece con el estrés de la separación. Nunca se olvida de su madre. Una noche se conecta con ella a través de una pesadilla y la siente en peligro.  Corre a salvarla, pero desgraciadamente, llega demasiado tarde, solo para darle su último beso.

El dolor, la rabia y la culpa de Skywalker por haberla dejado alcanzan límites desproporcionados. Su enfado crece en la misma medida. El personaje se va acelerando, tiene las amígdalas sobreexcitadas porque el daño que siente es inmenso. Su estrés se dispara, una vez más, lo cual le va alejando del equilibrio y acercando al lado oscuro. Igualito nos pasa a nosotros.

Por supuesto, Anakin también se enamora de quien no debe (esto es comprensible ya que él se ha criado en un ambiente de “amores imposibles”. El amor de su madre le ha sido vetado y Anakin ya va en “piloto automático”. Su cerebro está perfectamente adiestrado para combatir el estrés de la separación porque de eso se ha tenido que defender toda la vida así que aunque no lo quiera, lo escoge. (este apartado también merece un artículo aparte, ver como escogemos a nuestras parejas desde la carencia emocional de una madre).

El origen por tanto del estrés de Darth Vader es el dolor de la separación temprana de su progenitora, lo que le desequilibra profundamente. Y luego su amor imposible con la Emperatriz. (Ver artículo:” ¿Por dónde empezar a ordenar nuestras emociones?”).

La película refleja de manera magistral como una persona en principio “sana”, aunque con carencias (no se habla del padre, y Anakin y su madre son esclavos) se va dañando a sí misma hasta destruirse por separación de su madre y esposa. Este es el origen de su dolor, de su cólera interna, de su estrés creciente y de su caída al infierno.

“El miedo a la pérdida un camino hacia el lado oscuro es”. 

Yoda .STAR WARS, episodio III, La venganza de los Sith

 

He de reconocer que me siento muy identificada según mi momento vital, con varios de los personajes de la saga. Desde luego, con Lord Vader, sin duda alguna, porque la muerte de mi madre me generó el mayor dolor del mundo, el mayor cabreo del mundo, el mayor estrés del mundo, la mayor rabia del mundo. Todos llevamos a un Darth Vader dentro.

No os olvidéis: el enfado estresa y el estrés, enfada. Dominar el estrés empieza por dominar el enfado y dominar el enfado tiene que ver con dominar la pena, la tristeza y el miedo a sufrir.

 

“Miedo, ira, agresividad, el lado oscuro ellos son. Si algún día rigen tu vida, para siempre tu destino dominarán”. 

Yoda a Luke Skywalker. STAR WARS, episodio V, El Imperio Contrataca

 

Muchas personas mueren de estrés intentando conseguir sus objetivos y otras mueren por haber llegado a ellos con un coste altísimo de salud (Ver artículo: “Emociones disfuncionales y su repercusión en el cuerpo”).

Conseguir un nivel óptimo de estrés para funcionar con ilusión y objetivos es muy complicado. El entrenamiento dura toda una vida (en eso consisten las enseñanzas de los Jedi´s), pero es muy satisfactorio porque a medida que se van cumpliendo años, los resultados aparecen tanto en el cuerpo, teniendo un aspecto distendido y juvenil, como en el mental y espiritual porque uno conecta profundamente con la satisfacción de tener la vida que tiene.

Si queréis poneros en marcha, futuros Jedi´s, os espero con los brazos abiertos.

 

“Mucho que aprender todavía tienes, mi viejo padawan. ¡Esto solo el comienzo!”.
“Entrénate a ti mismo para dejar ir todo lo que temes perder”.

Yoda.

 

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