19 Sep Mujer, amate y mirate como si fueras magia
Las mujeres llevamos tiempo desconectándonos de nuestra esencia femenina, tal vez por las necesidades del momento, tal vez por nuestras historias familiares, tal vez por los movimientos sociales. Tal vez porque no somos capaces de conectarnos con lo que la Naturaleza ha diseñado sabiamente para nosotras, para que la vida pueda ser eterna.
En este artículo pretendo brindaros mi experiencia personal, mi evolución como mujer, mi visión actual de lo que esta esencia representa para mi espíritu, el legado tan hermoso que pretendo dejarle a mi preciosa hija Ginebra y las enseñanzas que les estoy impartiendo a mis adoradas y maravillosas clientas, lectoras, amigas y mujeres que me acompañan en esta vida.
La esencia de la mujer la han captado los artistas de todos los tiempos, desde las figurillas prehistóricas hasta el arte contemporáneo. Tanto pintores como pintoras han destacado la veleidad de nuestras curvas, nuestras enigmáticas miradas, nuestra ternura infinita, nuestra sensualidad. La mitología clásica es para mí una fuente inagotable de conexión con esa esencia de mujer, pero seguro que hay otras que igualmente lo hacen, como por ejemplo, la mitología india, que también representa con enorme colorido y voluptuosidad esa esencia mágica.
¿Qué es para mí la esencia femenina? ¿Cuáles son los dones de tener esa esencia?
Para mí conectar con mi femineidad representa seducción, cuidado y en determinados momentos, caza. Con esas cualidades voy interpretándome y conociéndome para ir cumpliendo mis prioridades.
La seducción no tiene que ver exclusivamente con lo sexual ya que lo sexual puede satisfacer distintos objetivos. Desgraciadamente a las mujeres de hoy se nos envían demasiados clichés de que nuestra seducción tiene fines exclusivamente sexuales: hasta las fotos de modelos más jóvenes tienen un gesto deliberadamente enfocado a provocar la estimulación de hormonas sexuales, lo cual me apena mucho porque nuestras hijas se van a identificar con esas imágenes para relacionarse con los hombres, con otras mujeres y consigo mismas. Y esto no es más que una pobre, parcial e interesada visión de nuestra esencia.
La seducción tiene que ver con una manera amable, atractiva, pícara si me apuras, única y exclusiva de las mujeres para cuidar y conseguir lo que otros consiguen con la energía masculina. La seducción es un arte, un perfume que sirve para transportar al otro al mismo objetivo con otra mirada. Es el perfume de la flor. Es provocar una reacción sensitiva que nunca conduce a la guerra. Conduce a un mundo de colores, de placer, de sorpresas, de risas, de disfrute pleno. La esencia de la seducción femenina es la delicadeza, el uso de todos los sentidos, el tacto, la vista, el olfato, el oído, el gusto y el resto de sentidos espirituales, como la intuición, la adivinación y la creación.
Las mujeres, cuando conectamos con todos nuestros sentidos para embellecer el mundo, cuando nos damos permiso para ser cuidadoras de familia, sin que nos importe no alcanzar un puesto directivo que nos aleja de este sentido del cuidado, sin que tengamos que parecer depredadoras sexuales, bruscas, desafiantes, compulsivas, esquizofrénicas casi, cuando podemos conectar con nuestra estética personal sin obedecer a lo que pensamos que los hombres y mujeres del mundo exterior juzgan que nos vuelve más atractivas, como por ejemplo operaciones estéticas que quieran gritar a los cuatro vientos que tenemos tetas, labios, bocas que te pueden transportar al punto máximo de orgasmo, cuando cierta mujeres nos culpabilizan por depilarnos, arreglarnos y vestirnos con todo aquello que nos conecte a la seducción, cuando los kilos se transformas en un canon de belleza del que depende tu éxito personal y profesional como mujer, cuando todo eso, que no es más que una bazofia creada por aquéllas personas totalmente desconectadas de su propia esencia, cuando tú, mujer, descubres que lo que puedes hacer con tu cuerpo y tu naturaleza va mucho más allá de todo eso, entonces estás conectada con tu potencial.
La esencia de mujer se potencia cuando nuestros ciclos orgánicos evolucionan para permitirnos desempeñar multitud de funciones en nuestra vida. Somos polifacéticas, polivalentes y poli-maestras gracias a nuestra naturaleza interna.
La fiesta de la primavera
Siempre revindico que la llegada de la menstruación es la entrada a un nuevo mundo para nuestras niñas. Es la fiesta de la primavera, es el templo de la fecundidad, de la creación y de la prolongación de la vida eterna. Es un ciclo donde todo nuestro cuerpo se ha puesto definitivamente a disposición de la Vida y eso es un acontecimiento que nadie se puede perder.
Sin embargo, toda la basura que nos meten por los ojos y los oídos nos lo interiorizan como un coñazo que huele, mancha, duele, es desagradable y por supuesto hay que tapar, disimular y padecer. Y por supuesto es el peligro de quedarte embarazada.
ES LA FIESTA DE LA PRIMAVERA. Y nos hemos desconectado de esto. Nuestras madres no supieron inculcarnos la importancia de este paso. No sabían hablarnos de ello más que cosificando el asunto y tratándolo como una experiencia higiénica y no una experiencia cumbre y vital. Cada vez que ocurre ese ciclo en mi cuerpo, lo celebro, me alegra, me conecta con mi poder de creación y me da salud, ya que libera un montón de hormonas que me protegen de la osteoporosis. Cuando este ciclo me provoca dolores ya sé que no estoy bien, que no estoy en mi piel y que algo de mi autoestima está dañado, en peligro o estoy en un proceso de miedo que tiene que ver con mi capacidad de acción.
Pienso hacerle una auténtica fiesta a mi hija cuando llegue su momento. Voy a hacerle consciente de que ella ahora tiene un poder que antes no tenía, que lo disfrute, que lo viva, y que le ayuda a conectarse con la grandeza de la vida y con todo el legado que puede ella dejar en esta Tierra.
Le diré que se ha convertido en Deméter, la diosa griega de las cosechas y del campo, o en Perséfone, su hija, igualmente diosa de la Primavera y fertilidad. De hecho, si ahora yo tuviera la bendición de tener otra hija, probablemente le llamaría con alguno de esos dos nombres. A mi hija Ginebra le puse ese nombre porque representa la sensualidad al grado máximo y la valentía de una mujer, la Reina Ginebra que se hartó de ser la abnegada esposa de un Rey que se iba al otro lado de la tierra a combatir en las cruzadas, descuidando su jardín. Ginebra se atrevió a amar a alguien que estaba a su lado, se atrevió a conectar con su esencia de mujer con un hombre que probablemente representaba la virilidad, el cuidado, la ternura que no recibía del Rey Arturo. Le puse el nombre a mi hija de una mujer poderosa y conectada. El resto del trabajo lo tengo que hacer yo, como madre. Por eso me cambié de profesión. Por eso dejé de venderle mi tiempo a una empresa que me pagaba muy bien. Ese dinero no pagaba ni de lejos el tiempo que tenía que dedicarle a mi gran proyecto vital: educar a MI HIJA para que se transforme en una hermosa mujer. Para eso hace falta tiempo y sobra estrés. Y desgraciadamente soy humana y me conecto mucho al estrés, motivo por el cual he conseguido crear los mecanismos suficientes para conectarme con mi esencia de mujer.
“Si naciste sin alas, no hagas nada para evitar que crezcan”.
Coco Chanel
Algunas mujeres penalizan por esto y nos acusan de tener un techo de cristal. Para mí, el techo de cristal lo tienen ellas. No de cristal, de hormigón armado. Y no tengo ningún inconveniente en remarcárselo públicamente, lo que genera mucha polémica en mis intervenciones, pero eso lo afronto desplegando todos mis demás dones desde la integración completa de mi esencia femenina entre los cuales destaco la escucha y la determinación. Me entristece ver cómo esas mujeres se desconectan de si mismas y defienden que ser mujer consiste en todo lo contrario. Se mimetizan con la esencia machista, no masculina, que precisamente le da un valor negativo a la magia de las características intrínsecamente femeninas y un valor positivo a meterse en el estrés de competir desde lo masculino agresivo.
Las mujeres nos desconectamos de lo femenino por miedo, para no ser vulnerables. Y precisamente eso es lo que nos hace vulnerables, porque no nos damos valor, no explotamos las características y emociones que nos permiten conseguir los mismos objetivos que los hombres pero de distinta manera.
Tanto la falta de conexión de base que podamos traer en un momento, como las falsas creencias, los bombardeos de discursos cargados de rabia de cierto tipo de hombres y de mujeres, juegan un papel muy importante en nuestra vulnerabilidad por desconexión. Pero no determinante.
Hablo también por aquellas mujeres aprisionadas en un cuerpo de hombre, pero de alma y esencia femeninas, que deben de luchar para que la sociedad les de PERMISO a ser lo que en realidad son: MUJERES con mayúscula, que se ven obligadas a defenderse de los clichés más duros y recalcitrantes para poder defender su esencia.
A esas mujeres yo las llevo a todas en mi corazón.
Yo me siento vulnerable cuando me olvido de lo que soy y de que tengo unos dones poderosísimos para ser la mujer que soy.
La menopausia y la edad como algo negativo
Las mujeres a las que se les retira la menstruación hacen un duelo inmenso que tampoco se acompaña socialmente. Se habla de la menopausia con desprecio. Las mujeres Lakota, cuando están en ese periodo, se les da un rango superior en la tribu. Porque han alcanzado su máximo nivel de sabiduría y entendimiento vital. Acceden a ceremonias solo permitidas cuando han atravesado ese umbral, el de las mujeres chamanas.
Aquí se minimiza, empobrece e incluso ridiculiza el proceso, “está menopáusica”. Pobrecita, se hace vieja. Y lo peor de todo es que NOS LO CREEMOS DE VERDAD. Este ciclo también tendría que ser un motivo de fiesta familiar: el paso de la mujer fértil, que ya ha dejado su legado, a la mujer sabia y chamana. Cuando llegue ese momento para mí, voy a hacer una fiesta con toda la gente que me quiere para festejar y celebrar que he traspasado otro nivel en mi ciclo evolutivo y que en este nivel me esperan otros retos donde todo lo aprendido dará paso a una nueva felicidad, a una nueva confianza, a una nueva Marta, a una nueva Pitia, espléndida, como las anteriores. Con todos sus defectos, sus virtudes y con una esencia femenina más trabajada y experimentada. Con una visión nueva que dejar en mi legado personal y profesional. Muchos hombres jóvenes se enamoran de mujeres maduras. No me extraña. Esto no tiene que ser una burla social, debe ser un reconocimiento a la esencia femenina y al poder de atracción que ejercemos a todas las edades por la magia adquirida a lo largo de los años.
En este sentido, me siento fascinada por Brigitte Macron, esposa de Emmanuel Macron, Presidente de la República Francesa. Su historia de amor nace cuando él tiene 17 años y ella es su profesora de filosofía. Él le dijo: “Cuando termine mis estudios, iré a por ti”. Han mostrado al mundo con naturalidad, complicidad y amor que son una pareja que se respeta y se complementa por encima de todas las barreras de la edad y sociales. Me imagino que no ha debido de ser fácil. Me imagino que Brigitte, como mujer, se habrá hecho muchas preguntas. Veo a una mujer fuerte, decidida a pesar de sus miedos y feliz de sus decisiones. No puedo más que admirarla más y más. En contraposición veo a Melania Trump, esposa del Donald Trump, Presidente de los EE.UU, atrapada por su miedo a envejecer, convertida en una cariátide, sosteniendo a un hombre que la desprecia públicamente. Si Melania estuviera conectada con su esencia de mujer, no estaría prisionera de la cirugía estética y de la falsa creencia de que si no tiene una cara joven y bonita, no se merece tener a ningún hombre a su lado. Ahora con todas sus cirugías, tampoco lo tiene. Es más, ese hombre la desconecta todavía más de su esencia femenina. Y para aumentar su autoestima, lo compensa con más cirugía. Veo a esa mujer y me gustaría abrazarla y decirle que ella es bella, es hermosa y dulce y que se quiera un poco más.
“La belleza comienza en el instante en que decides ser tu misma”.
Coco Chanel
La conexión con la feminidad
Si me estás leyendo y puedes sentir lo que te estoy intentando transmitir, seas hombre o mujer, habré logrado mi objetivo.
Es importantísimo saber quien se es para conectar con toda tu fuerza y tu energía vital. Si eres mujer y te falta energía, es que estás desconectada de tu esencia y de tu fuente de alimentación. Cuando uno se desconecta de su cuerpo y de su esencia, el resultado es un envejecimiento prematuro que se traduce en cierta dejadez para escucharte y bastante infelicidad e insatisfacción generales.
Todas las edades nos permiten conectarnos con nuestra feminidad y todos los ciclos nos permiten experimentar una evolución muy determinada. No respetarlo nos aparta de nuestra esencia. No podemos tener 50 años, competir con las niñas de 20 y llorar por no volver a tener esa edad. Las crisis vienen de no aceptar lo que uno es. Si lloras a la niña de 20 años, te pierdes a la diosa de los 50.
Te pierdes la sabiduría, la paz, el bienestar de saber que tu cuerpo está disponible por ejemplo, para disfrutar de una sexualidad más plena, experimentada y libre de cumplir con las exigencias de la crianza. Puedes mirarte al espejo y ver quién eras y quién eres, con admiración. Y sigue cuidándote, amándote en esa nueva forma, con los objetivos de mantenerte sana y en forma. Y sobre todo, ni te amargues, ni te entristezcas, ni te autodestruyas porque tengas miedo a envejecer. Si lo haces serás más vulnerable y tu lucha por verte como antes acabará contigo.
“La belleza de la mujer no está en un lunar facial, la verdadera belleza de una mujer se refleja en su alma. Es el amor que cariñosamente da, la pasión que muestra y la pasión de la mujer que solamente con la edad crece”.
Audrey Hepburn
Yo celebro mucho a mis amigas. Siempre he sentido una atracción irresistible por las mujeres mayores que yo. Me ha encantado siempre escucharlas, aprender de su femineidad, escuchar su experiencia vital como mujeres y ver cómo van atravesando los ciclos de su esencia a mi lado.
Por desgracia, mi madre no pudo disfrutar de todo eso. Murió joven, 57 años, de un cáncer brutal. Murió de pena. Murió porque estaba desconectada de sí misma, a pesar de las apariencias de mujer exitosa y libre de complejos. Murió porque cuando terminó su ciclo creador y terminaron ciertas etapas vitales como el cuidado de los hijos, no supo qué hacer con su esencia. Pensó que ya no era útil. No vio futuro para ella. Murió por falta de autoestima, entre otras cosas. Y la enfermedad la devoró.
Casi muero con ella, literalmente. En cualquier caso, una parte de mí murió con ella y fue así durante muchos años de duelo, tristeza y desconexión conmigo misma. Si una madre está desconectada, una hija también está desconectada.
Pero hubo muchas mujeres, entre ellas mi queridísima Angela, que acudieron a cuidarme, a mimarme y desplegaron todo su esencia y conocimientos terapéuticos para sanarme a mí misma de mi dolor y de mi desconexión. Sus cuidados fueron mágicos y me permitieron de nuevo empezar a volar.
Ahora vuelo libre y feliz, porque sé quien soy, porque mi esencia está completamente asentada en mi alma y porque amo ser mujer y ser la mujer que soy. En mi camino hay muchos proyectos, entre otros enseñar a mujeres y hombres a conectarse con su propia esencia y a amar y respetar la del otro con amor y con alegría. Otro de mis grandes proyectos es disfrutarme a mi misma a tope como mujer madura, como madre que adora a su hija, como compañera infatigable del padre de mi hija, como hija, como amiga del alma de todas mis amigas, como hermana mayor, como madrina, como tía, como prima, como sobrina. Esto tiene muchos retos, sobre todo porque en cada una de esas facetas tengo que emplear herramientas distintas, o a veces todas, en un delicado y exquisito ejercicio de combinación en el manejo de mis dones femeninos.
Si te tuviera que dar un consejo, te diría: date permiso para ser mujer. De conectarte con tu alma, para reforzar tu conexión con tu cuerpo y con la vida. Cuanto más estresada estés, más te desconectas de ti misma y de tu fuente real de alimentación. Date unos minutos al día para aislarte del mundo, ponte unos auriculares y escucha música. Te va a ayudar a mantener la respiración, a normalizar tu ciclo cardiaco y eso va a armonizar el funcionamiento de todos los órganos de tu cuerpo. Hazlo todos los días cuando puedas, tal vez al acostarte. Poco a poco la música te ayudará a entrar en conexión con emociones que son atávicas, de nuestras ancestras.
Permítete conectarte con lo que sientes, con lo que necesitas y con lo que deseas, como si estuvieras en el útero de tu madre o en el sitio de paz que más anhelas. Llévalas dentro de ti porque te ayudarán a fundirte con tu esencia femenina. Frida Kalho dijo: “Ama a quien te mire como si fueras magia”. Yo te digo:
“Amate y mirate como si fueras magía”.
Pitia
No Comments