13 Ene Cambiar las pasiones
Esta es la clave para obtener muchos objetivos.
Está claro que hay algunas pasiones que no se podrán cambiar nunca pero, por mi experiencia, hay un plus en el ser humano que nos puede diferenciar de estar por encima de nosotros mismos. Ese plus que marca la diferencia es la capacidad de cambiar nuestras pasiones cuando éstas son demasiado exigentes o sencillamente, cuando lo necesitamos como transformación personal.
Lo que entiendo por “cambiar” abarca un amplio espectro: cambiar la intensidad de nuestras pasiones, lo cual implica poder adoptar una estrategia distinta de vida, o cambiar la prioridad de nuestras pasiones, lo cual también implica un cambio en nuestros parámetros, o algo más radical, que es cambiar tanto la intensidad, como el orden de nuestras pasiones. Ahí ya llegamos a un #NivelDios.
“El estado natural del hombre es dejarse llevar por sus pasiones”.
Thomas Hobbes
No depender de algo y buscar alternativas
A mí personalmente, no hay cosa que más me cabree que depender de algo, de lo que sea. Siempre busco alternativas a todo. Con el tiempo y la experiencia he aprendido que hay alternativas para todo, otra cosa es que seamos capaces tanto de verlas, como de aceptarlas. Eso depende de nuestro grado de apertura, de nuestro grado de aprendizaje y también, porque no decirlo, de nuestro grado de estupidez propio. Porque a veces, vamos a reconocerlo, somos muy, pero que muy estúpidos e intransigentes.
Mi primera gran pasión fue la comida. Nunca he sido una niña gorda. En la adolescencia había épocas en donde me ponía más tocha, pero nunca gorda. Esta pasión vino de la prohibición absoluta de tomar determinados alimentos cuando me detectaron la diabetes hace más de 30 años. Es normal que tuviera esa pasión. Siempre se anhela el fruto prohibido. Eso, unido a tener una madre muy obsesiva con mi cuidado, con el peso y con la imagen, hizo que ansiara comer los frutos prohibidos a los diabéticos. Estaba obsesionada y amargada. El control médico de la diabetes en aquellos tiempos era staliniano y mi madre hitleriana, así que yo me veía en el campo de concentración de la alimentación. No quería comer cantidades, quería sencillamente comer lo que todos. Y punto. Lo que mi hermano comía, por ejemplo. Unos putos huevos fritos con patatas. Un puto trozo de chocolate. Un puto plato de espaguetis. ¡Qué lástima! Decía mi abuela. Sí, la verdad.
Así que obviamente mi estrategia emocional estaba condicionada por la prohibición y por anhelar lo que me estaba prohibido. Mi pasión era lo prohibido.
Las pasiones se transforman
Afortunadamente, la vida cambio y eso me ayudó mucho. La medicina cambia, los tratamientos cambian, la nutrición cambia y cuando las prohibiciones se van levantando, las pasiones se van transformando.
Podía comer de todo pero con el cuidado del peso. Ese era un parámetro menor. Importante, pero menor. Mi vida ya no estaba en juego si comía los putos huevos fritos o los putos espaguetis, lo que estaba en juego era mi talla, mi aspecto personal. Cuando me independicé y pude elegir lo que metía en mi nevera y en mi despensa, elegí no tener nada que me hiciera cambiar de talla. Eso sí, tenía el supermercado abajo para escaparme y comprarme los caprichos que quisiese cuando quisiese, nada estaba prohibido. Yo no me prohibía nada tampoco. Ya no había ni control stalinista (médico) ni control hitleriano (materno). Mi pasión ya solo dependía de mi voluntad. Al estar a mi entera voluntad, ya no sentía la ansiedad de que otros tuvieran el control sobre mí.
Otra gran pasión para mí fue el deporte. El judo, el baile español, el tenis, la bici, el running. Era muy competitiva y por tanto muy buena. Pero la presión por sacar varias carreras a la vez hizo que mi pasión por el deporte, en parte por necesidad, en parte por estrategia, tuviera que pasar a un segundo plano. Y también la edad influyó bastante en esta decisión.
Mis pasiones han ido evolucionando en función de mis objetivos y estrategias vitales. Algunas han ido disminuyendo tanto en intensidad como en prioridad. Sin embargo, otras pasiones no cambian nunca y se van reforzando con el tiempo. Lo que varía aquí es la gestión del tiempo que les dedicamos.
Al independizarme, empezaron a interesarme apasionadamente otros campos: las reformas y la decoración, el estudio de culturas, ritos y hábitos chamánicos, medicinas alternativas, conocimientos considerados a-científicos, el estudio del comportamiento humano, el estudio de las emociones, los estudios sobre la muerte… Todas estas pasiones pueden cohabitar, pero como el tiempo es finito y no se puede estar a cien tiros a la vez, siempre hay una que tira más que las demás.
Las pasiones destructivas
Dentro de las pasiones, están también las pasiones que se transforman en obsesiones desordenadas que trastornan todo lo demás.
Son pasiones que destruyen la vida, que destruyen nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Por ejemplo: la pasión por el control. Esto lo podemos ver de forma flagrante en los entornos políticos. El control es la obsesión de cualquier político y ver cómo se manipula la realidad para mantener su control, es un ejercicio que podemos comprobar cada día. He puesto un ejemplo generalizado, pero la pasión por el control la podemos tener en nosotros mismos o como espejo en alguien cercano.
La pasión por el control se puede captar en estas personas que le dan vueltas a la cabeza constantemente, pero constantemente, para analizarlo todo de manera compulsiva y para terminar quedándose con una sensación de inseguridad total o de falsa seguridad. Tal vez tú seas una de ellas y todavía no te has dado cuenta de que ese rasgo tuyo es tu pasión.
A veces puedes creer que estás rallado o rallada, pero no, es que ES tu pasión, porque no sabes pasar el tiempo de otra manera mas que rallándote el coco. El tiempo que tienes libre lo dedicas directamente a hacerte pajas mentales. Si en vez de hacerte pajas mentales cocinaras, entonces dirías que tu pasión es la cocina. Pero si te pasas el tiempo dándole vueltas a todo y preocupándote por todo (de unas cosas más que de otras), entonces tu pasión es EL CONTROL. Tal cual.
Las pasiones son maravillosas siempre y cuando nos hagan disfrutar, crecer y aprender. Si nos hacen lesionarnos, engordarnos, preocuparnos o angustiarnos, entonces es muy necesario buscar alternativas.
Cambiar nuestras pasiones hace que cambie nuestra vida de manera drástica. Es como viajar a otra galaxia.
“Resulta más difícil conseguir una victoria sobre las pasiones que vencer enemigos ordinarios”.
Yoritomo Tashi
A veces nuestras pasiones cambian de manera muy brusca sin que entendamos el motivo. Un día te levantas de otra manera y todo aquello que llenaba tu alma y tu tiempo, desaparece y no hay nada que lo sustituya.
Te quedas como si te faltara algo, algo vital y la sensación es de tremendo estupor y a veces de tremendo vacío. O de tremenda satisfacción, depende de si tu pasión empezaba a frenar otros proyectos.
Hay gente que adora fumar y un día se levanta y dice: “se acabó”. Se acabó y se acabó de verdad, nunca más han vuelto a fumar.
Eso ocurre porque la pasión que les suponía fumar se ha transformado sin que el proceso haya sido consciente o traumático.
Esa pasión de fumar se ha transformado por la pasión de vivir de una manera alternativa, tal vez aún no definida del todo. Pero lo que está claro es que todo ese caudal de energía se ha desviado a otro sitio.
Muchas pasiones se transforman lentamente, despacito. Hay pasiones que pertenecen a unas edades y con el pasar etapas desaparecen. Por ejemplo, la pasión por el chupete. Muchas pasiones infantiles se transforman. Mira a ver qué es lo que te emocionaba de niño y lo que te emociona ahora. Es una meditación muy interesante y reveladora.
Me lo ha contado un pajarito
Mi pasión de niña era la predicción y la adivinación. Yo quería ser tan lista como mi madre, que lo adivinaba todo. Es que me fascinaba lo lista que era….
¿Cómo lo hacía? Tenía un ayudante, el famoso “pajarito” (chivato-cabrón) que le contaba todos mis pecados. “¿Cómo lo sabes mamá?” “Me lo ha dicho un pajarito”. El puto pajarraco ese de mierda me traía mártir. Si le llego a pillar, le ahogo. De hecho, nunca me han gustado las aves y tal vez viene de eso, del traumita que llevo con el puto pájaro soplón de mierda. Por su culpa me cayeron unas broncas monumentales.
La predicción, la adivinación son mi pasión desde mi más tierna infancia y, aunque se hayan superpuesto otras pasiones, ha sido mi pasión de base. De hecho las artes adivinatorias han sido una de las obsesiones del ser humano desde que existe, ya que en todas las culturas incluidas las más prehistóricas, existen cultos y ritos adivinatorios. En los tiempos modernos se utilizan e intentan descubrir modelos matemáticos de predicción más “científicos”.
A esa pasión siempre le he dedicado un gran número de horas, aunque tuviera otros temas que atender. La he enfocado en el estudio de varias disciplinas y luego me he tomado mucho tiempo en hacer prácticas. Tiempo a veces robado de estar con mi familia, de atender mi vida diaria, de mi descanso.
Nuestras pasiones nos permiten desarrollar muchos talentos. Cambiarlas es un gran talento porque nos permite crecer y obtener grandes éxitos. Hay personas que arriesgan su vida por sus pasiones. Me refiero sobre todo a los investigadores a los que nunca les ha estado permitido revelar al mundo el sentido de sus descubrimientos so pena de muerte, tanto en el pasado como en la era actual.
Me refiero también a las personas que ponen voluntariamente su vida en riesgo por practicar ciertos deportes de forma apasionada. Y también a las personas que por las causas que sean, se dedican a actividades ilegales o secretas. Todas estas pasiones tienen todas un denominador común: la pasión por controlar los límites.
Analiza tus pasiones
Todo el mundo tiene su proceso de crecimiento, está clarísimo, y no voy a ser yo quien lo ponga en duda o lo critique. Pero si en algún momento sientes la necesidad de cambiar de estrategia de vida, piensa primero un poco en cuales son tus pasiones, las saludables y las que no lo son.
Piensa qué es lo que están cubriendo, con qué seguridades afectivas te conectan, con qué necesidades básicas te hacen vibrar. Mira a ver desde cuando están contigo y con qué o con quien te identificas.
Mira a ver los momentos de felicidad plena con los que te han colmado. Mira a ver si esa felicidad la podrías conseguir sin tanto coste y con tus circunstancias actuales.
Mira a ver lo vulnerable o solo que te sientes sin ellas. Las pasiones son un enorme caudal de energía que ocupan mucho sitio y al dejarlo libre, te dejaría vacío y solo.
O tal vez si de una vez por todas te entregas completamente a tu pasión, tal vez eso te salve la vida y te permita vivir de ella en la felicidad más absoluta.
Nuestras pasiones son tan necesarias como el aire que respiramos, pero depende de nosotros la manera de enfocarlas para sacarles un mayor partido y para vivir como queremos vivir. Nos pueden endulzar mucho la vida pero también nos la pueden amargar, si nos condicionan demasiado. Verlas transformarse es un proceso alucinante porque nos dan una información brutal sobre nosotros mismos.
“No tengo ningún talento especial. Sólo soy apasionadamente curioso”.
Albert Einstein
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